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Fecha publicación: 13-12-2011
Autor: David A. Pérez Martínez

No me ha sorprendido el reciente interés de la neurología de la conducta por el campo de las emociones; todo lo contrario, probablemente las emociones son el motor básico de nuestra conducta y durante mucho tiempo se han dejado a un lado en el estudio de los problemas neurológicos. En cambio, sí me sorprende el interés que ha despertado entre los medios de comunicación, probablemente influidos por excelentes trabajos como el de Antonio Damasio. Desde sus primeros artículos dibujó una interesante hipótesis sobre cómo influyen las emociones en la toma de decisiones del individuo, uniendo cuerpo y cerebro mediante la hipótesis del marcador somático. Personalmente, creo que dicha hipótesis tiene muchas lagunas y falla a la hora de explicar muchos de los fenómenos que observamos, pero desde luego es una idea que me fascinó desde el principio. Para Damasio, un ser humano precisa de un cuerpo físico para poder sentir emociones, de manera que las emociones “cerebrales” se proyectan  sobre el cuerpo físico mediante una descarga del sistema nervioso autónomo (palpitaciones, sudoración…). Precisamente, la percepción de esa sensación por el cerebro (específicamente en la corteza insular) contribuye de manera fundamental a completar el sentimiento elaborado producido por la emoción. En realidad, bajo mi humilde opinión, las ideas de Damasio fluyen desde la psicología clásica de las emociones de William James y éste a su vez de de Carl Lange, aunque proporcionando una base neuroanatómica y fisiopatológica convincente.

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Quizás, una de las conclusiones más inesperadas que podríamos obtener de las ideas de Damasio-James-Lange es el hecho de que una máquina nunca podrá desarrollar emociones ni sentimientos… o al menos no podrá sentirlos como un ser vivo con un cerebro, ya que carece de cuerpo físico donde proyectar dichas emociones. No sabemos qué sentían los replicantes de Blade Runner, si seguimos la hipótesis del marcador somático, los recuerdos de sus circuitos “se perderán como lagrimas en la lluvia”; o quizás, si estaban compuestos de un cuerpo orgánico, no fuese así… desde luego, los robots que nos venden estas navidades como maquinas que expresan emociones, no parecen sentirlas de igual manera que las de un ser humano.