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Fecha publicación: 27-04-2014
Autor: Anabel Puente Muñoz

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Una característica propia de la naturaleza humana es la atención selectiva. Todo aquello que nos puede pasar a nosotros mismos, nos interesa de forma especial y lo que creemos que no, lo vemos como lejano y menos interesante. Partiendo de esta premisa, se puede pensar que la medicina del sueño es un tema atrayente y que en general interesa a casi todo el mundo,  ya que todos dormimos y por tanto en algún momento a lo largo de nuestra vida experimentaremos algún problema en este sentido, aunque sea de forma temporal.  De todos los capítulos en los que se engloba la patología del sueño, quizás el que despierta más curiosidad y asombro es el correspondiente a las parasomnias. Es decir, comportamientos que presentamos durante el sueño, pero de los que no somos conscientes, ya que tienen lugar en las distintas fases del sueño. Se define parasomnia como  todas aquellas manifestaciones paroxísticas de naturaleza conductual y/o vegetativa que tiene lugar durante cualquier fase o en una específicamente. Habitualmente  suelen observarse durante la primera mitad del sueño, siendo más propias de las fases NREM, aunque también existe un nutrido grupo de la fase REM.  De este modo se pueden clasificar en aquellas que se asocian al despertar, otras que se producen en la transición vigilia /sueño y aquellas que tienen lugar durante la fase REM, de las que destaca especialmente el trastorno de conducta asociado al sueño REM. Actualmente, este último es considerado en algunos casos como un primer síntoma proceso neurodegenerativo.

Sin embargo, existe un grupo de parasomnias en “tierra de nadie”, que se ajusta perfectamente a la definición descrita, pero que no se engloban en  ninguno de los capítulos de la clasificación. Vamos a destacar aquí un interesante trastorno conocido como síndrome de la cabeza explosiva.  Descrito por Pearce y cols en 1989 en una mujer de 74 años que presentaba una sensación súbita de explosión o disparo y que la despertaba del sueño. El cuadro no se acompañaba de cefalea ni otros síntomas neurológicos o en otra localización, salvo la sensación de miedo y ansiedad asociada a la situación. Se trata por tanto de una rara e infrecuente parasomnia, en la que el sujeto pasa del sueño a la vigilia como consecuencia de un ruido fuerte (explosión o disparo) o incluso en ocasiones como un pinchazo en el “interior de la cabeza”, a veces lo describen como lateralizado y raramente describen una sensación de flash. Suele producirse en la primera mitad del sueño, habitualmente en la transición entre distintas fases, pero sin asociar mioclonías hípnicas. Una vez despierto el paciente no presenta cefalea, ni sintomatología autonómica, debilidad focal, trastornos del lenguaje, crisis o confusión postcritica o incontinencia. Se trata generalmente de mujeres en torno a los 50 años, aunque hay algún caso descrito en niños de hasta 10 años.

El diagnóstico de esta parasomnia se debe hacer por exclusión. En primer lugar pensaremos en cuadros de cefalea nocturna (cefalea hípnica, cefalea en racimos o migrañas) en el que el paciente se despierta por el dolor. En las hemorragias subaracnoideas, lesiones ocupantes de espacio o síndrome de apnea obstructiva del sueño el mantiene el dolor una vez despierto. Otra posibilidad son las crisis nocturnas que suelen producirse mayoritariamente en las fases de sueño NREM y en las que el paciente no recuerda nada del episodio y asocian importante actividad motora.

No encontramos ante un trastorno del que actualmente poco sabemos sobre su etiología. Se han descrito teorías que apuntan a la posibilidad de que exista un movimiento súbito en los componentes del oído medio o en la propia trompa de Eustaquio. Otros autores  lo relacionan crisis parciales complejas del lóbulo temporal, o con situaciones de  retirada rápida de medicación como benzodiacepinas o inhibidores de la recaptación de serotonina. Cabe destacar aquí el interesante trabajo de Palikh y cols en relación a un paciente que mejoró en la intensidad de los episodios con el uso de topiramato. El autor plantea la posibilidad de que exista una disfunción de carácter transitoria en los canales de calcio. Se cuestiona una probable relación con la migraña hemipléjica familiar debido a la mutación del gen CACNA1A del cromosoma 19, dado que el topiramato actúa sobre los canales de calcio tipo P controlados por dicho gen. No obstante, como el propio autor reconoce hasta el momento no existen evidencias científicas en este sentido.

En definitiva, el síndrome de la cabeza explosiva es un trastorno de carácter benigno, pero que puede ser causa de insomnio y sueño de mala calidad, sin olvidar la ansiedad  y el miedo que suele provocar en el paciente. Es importante conocerlo, para que una vez descartadas otras posibilidades diagnósticas, podamos tranquilizar al paciente sobre la benignidad del cuadro. Las líneas futuras de investigación deben ir encaminadas a descubrir la posibilidad de que exista relación con otros trastornos neurológicos como el apuntado previamente.